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¿El Darwinismo
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Las bases del argumento.

El darwinismo es un tesoro, pero sus herederos lo convirtieron en un monstruoso fraude, hecho con una montaña de verborrea, carente de profundidad y de fundamentos científicos. La doctrina original era valiosa y tenía futuro en la ciencia, pero ese futuro fue aniquilado por aquellos que se ostentan cómo sus más fieles paladines.

Darwin cometió algunos errores, lo cuál es natural en los pioneros de la ciencia; pero estos errores fueron agigantados por sus discípulos hasta convertir al darwinismo en una risible caricatura de la doctrina original. Por ello, me atrevo a decir que el darwinismo, en su versión groseramente mutilada, está muerto; y pretender lo contrario sólo conduce a convertirlo en un fraude científico.

Yo puedo afirmar, limpiamente y con buenos argumentos, que el darwinismo moderno es un fantasma ó un cadáver ambulante. Sus paladines afirman que el Darwinismo triunfó como revolución, pero son incapaces de ver que fracasó  como paradigma, esto es, fracasó como programa de investigación. Para verlo como una doctrina valiosa y científicamente productiva es necesario volver al esquema original, pero despojado del elemento que estorba su progreso.

En concreto, el darwinismo debe abandonar el fraudulento concepto de selección natural, y en su lugar debe fusionarse con el lamarckismo, como ya lo había sugerido el propio Darwin.

Entiendo perfectamente que estos argumentos han sido materia de una larga controversia que, según la trasnochada versión de la ciencia oficial, había sido resuelta desde hace largas décadas. Pero los descubrimientos hechos en biología y genética en los últimos 50 años han puesto en terrible aprieto a la ciencia oficial, y el rechazo del lamarckismo (que había sido promovido por casi todos los biólogos de prestigio durante más de un siglo) se antoja cada día más insostenible. Por contraste, los detractores de la selección natural tienen ahora poderosos argumentos para confirmar lo que ya se sospechaba desde el momento mismo en que Darwin publicó EL ORIGEN DE LAS ESPECIES. Porque ya desde entonces la selección natural era vista como un concepto tramposo y escurridizo, un concepto que no podía encajar en las estrictas reglas de la ciencia.

 

 

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La diferencia que existe entre el darwinismo original y la versión que promueven los biólogos modernos es la misma que existe entre la figura de Darwin y su grotesca caricatura. Para dejar atrás el monstruoso espantajo creado por los biólogos es indispensable abandonar el decadente concepto de selección natural. De otro modo, el darwinismo seguirá siendo un estorbo para el progreso de la ciencia, y seguirá siendo también un fraude. Cuánto más se empeñan sus paladines en adjudicarle una imagen de vigor y vitalidad, tanto más lo transfiguran en un cadáver ambulante. 

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Los biólogos han difundido por largo tiempo el cuento de que el esquema de Lamarck es totalmente erróneo, pero esa idea refleja viejos prejuicios que son constantemente desacreditados por el desarrollo de la ciencia; y cada año que pasa nuevos hallazgos confirman el valor del lamarckismo como programa de investigación. Todavía falta por recorrer un largo camino para demostrar su correspondencia con el mundo real, y es indudable que arrastra algunas inexactitudes; pero eso es normal en todos los paradigmas cuando atraviesan sus primeras fases de desarrollo. El retraso del lamarckismo no puede desalentar a sus defensores, una vez que hemos entendido que la teoría de Copérnico necesitó más de 300 años para alcanzar su demostración. En efecto, la teoría de que nuestro planeta gira alrededor del sol fué demostrada por el péndulo de Focault y por el descubrimiento del paralaje de una estrella, hechos que ocurrieron aproximadamente hacia 1850. Entonces, el desarrollo del lamarckismo está recorriendo fases muy similares a las que recorrió la teoría de Copérnico, y sus dificultades no implican desacuerdos básicos con la naturaleza. Más bien, señalan deficiencias tecnológicas junto con anticuados modos de pensar, cosas que por fortuna se van superando a paso lento, pero firme.

Teoria de Lamarck

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¿La evolución es ciega ó sólo tuerta?

Las imágenes que son tradicionalmente difundidas sobre el tema de la evolución, como la transición del mono al hombre, la extinción de los dinosaurios, y otras similares, son utilizadas como marco propagandístico, pero carecen de la fuerza demostrativa que los evolucionistas les adjudican. Datos como las similitudes genéticas, metabólicas y estructurales entre las especies no son suficientes para impresionar a los detractores del evolucionismo, porque ellos se encuentran dominados por otro esquema de creencias, donde tranquilamente pueden despreciar la realidad circundante. Para sacudir su ancestral rechazo de la doctrina evolutiva es necesario demostrar que la evolución funciona de modo “inteligente”, esto es, que imita la inteligencia Divina sin tener los Poderes de la Divinidad. Aquí es donde resulta pertinente traer a colación la controversia entre el darwinismo y el lamarckismo. Según la anacrónica versión oficial del darwinismo, la evolución camina totalmente a ciegas, por cambios azarosos en las moléculas de la herencia, donde los cambios benéficos para la supervivencia son favorecidos por el Poder discriminatorio de la selección natural. Sin embargo, la realidad desmiente ese modelo explicativo, por la sencilla razón de que, con demasiada frecuencia, no existen diferencias genéticas significativas entre los que mueren y los que sobreviven. Precisamente por la ausencia de patrones regulares en los cuadros de muerte y supervivencia, el concepto de selección natural se convierte en una fantasía, tan alejada de la realidad como la fábula de la olla de oro en un extremo del arcoiris.

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¿Qué tan cierta es la teoría de Darwin?
Fraude del Darwinismo

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La "inteligencia" de la naturaleza, a diferencia de la inteligencia Divina, es real y deja huellas que podemos rastrear, y eventualmente reproducir por la vía experimental.

El lamarckismo moderno, corregido y mejorado, no implica fuerzas ó eventos sobrenaturales; por tanto, no hace referencia a una inteligencia en el sentido ordinario, sino que habla de una inteligencia simulada. Una inteligencia que trabaja con cierto grado de torpeza, pero que frecuentemente produce resultados que parecen haber sido planificados con exquisita sabiduría. Si el lector pregunta como esta tesis, tan extraña y exótica para el sentido común, puede entrar al reino de la ciencia, le diré que no es tan insensata como parece a la primera impresión. De hecho, ya forma parte de la ciencia moderna, y la conocemos como la teoría del caos. En efecto, la teoría del caos propone que el Universo evoluciona de forma “inteligente” produciendo átomos, moléculas, planetas, estrellas, galaxias, constelaciones, y finalmente vida, la cuál incluye las formas más altas del pensamiento.

Y todo esto ocurre de forma caótica, pero también creativa, con el Poder necesario para crear formas más complejas, sin olvidar las alternativas a la diversificación paralela y a la degradación. Para decirlo sin rodeos, la teoria del caos propone que la creatividad es producida del modo más corriente posible, esto es, mediante la espontánea agrupación de elementos simples. Y aquí la palabra elemento es aplicable a cualquier cosa que tenga características propias, desde átomos y moléculas hasta galaxias y constelaciones, pasando por hormigas, elefantes, y todo lo que podamos identificar por su individualidad. Esta agrupación de elementos simples se comporta de un modo que ha sido bautizado como principio de autoorganización ó “inteligencia de enjambre”, la cuál es bastante común en la naturaleza, pero se suele ejemplificar con el vuelo de los pájaros, cuando se reúnen en bandadas de miles de individuos. Con frecuencia, esos eventos se tornan caóticos e impredecibles, pero curiosamente las aves no colisionan entre sí.

 

En síntesis, el lamarckismo no habla de una evolución milagrosa, sino de una evolución producida por mutaciones orquestadas, mutaciones que requieren la participación conjunta y organizada de varias moléculas, un proceso que empieza con las proteínas pero termina ejecutando cambios en el ADN. Los biólogos convencionales son incapaces de entender el lamarckismo precisamente porque tampoco han sabido entender la teoría del caos (aplicada específicamente a los cambios en el ADN, tanto los que producen beneficios tangibles, como los que producen la diversificación de las especies, y las enfermedades genéticas). La verdad monda y lironda es que los darwinistas están desconectados de la realidad, porque nada en el mundo funciona como lo establece su modelo explicativo.

 

Abajo tenemos imágenes del caótico vuelo de los pájaros, donde curiosamente nunca chocan entre sí. Podemos decir limpiamente que estos miles de individuos se comportan exhibiendo una conciencia colectiva, mostrando una perfecta coordinación en cada una de sus acrobacias. Ahora, llevando esa idea al comportamiento de las moléculas catalíticas podemos imaginar que los cambios en el ADN ocurren como eventos maravillosamente coordinados, ejecutados con asombrosa perfección, lo cuál no elimina al azar del proceso. Ciertamente, el azar tiene una importante participación en estos procesos, pero su papel queda subordinado al contexto celular y a los procesos metabólicos que tienen lugar en los extraordinarios casos en que las células enfrentan situaciones de crisis ó de confusión y anarquía en las funciones vitales. Y esta idea no procede de una delirante imaginación, sino que la imaginación trabaja basándose firmemente en las investigaciones más avanzadas.

Selección Natural Charles Darwin
Inteligencia de enjambre

Los ejemplos más claros de estas mutaciones orquestadas los tenemos en los cambios producidos en el ADN por los genes CRISPR (más bien, por las proteínas especificadas por los genes CRISPR). Estos genes son corrientemente utilizados por los expertos en ingeniería genética para modificar las características de los organismos, y son excelentes ejemplos de las mutaciones orquestadas, las cuáles no tienen cabida en el defectuoso darwinismo que es promovido por los biólogos actuales. De tal suerte que los biólogos tendrán que aceptar, contra su voluntad y tragándose su orgullo, que sólo queda integrarlos en el esquema lamarckista. De lo contrario, seguirán mostrando que pueden hacer ciencia de excelente calidad como el burro que tocó la flauta, es decir, sin saber lo que están haciendo. Es difícil entender como pueden hablar, sin freno y sin pudor, de mutaciones azarosas y sin causa, cuando corrientemente trabajan produciendo mutaciones orquestadas. A la derecha tenemos un dibujo que representa el modo en que trabajan las proteínas CRISPR, destacando la enzima llamada Cas9, mediante un sistema de cortar una secuencia específica del ADN para luego proceder a insertarla en otro lugar.

El Darwinismo como mito

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REALIDAD Y FICCIÓN EN PAUL KAMMERER.

YA ESTÁ A LA VENTA 

Realidad y ficción en Paul Kammerer

Presentación del autor y su libro

Soy Salvador Nuñez y escribo estas líneas para presentar mi libro, de reciente publicación en editorial bubok.com, titulado REALIDAD Y FICCION EN PAUL KAMMERER. En este libro propongo que la versión oficial sobre los fraudes de Kammerer está ligeramente distorsionada por los prejuicios que los darwinistas vienen arrastrando sobre el lamarckismo prácticamente desde que August Weismann hizo público el experimento de cortarle la cola a los ratones. Lo que he leído sobre Kammerer me ha convencido de que efectivamente fué un falsario, pero tengo buenos motivos para pensar que sus fraudes no fueron tan numerosos ni tan grotescos como afirman sus detractores. La historia de Kammerer me ha parecido un buen punto de partida para examinar los respectivos méritos del lamarckismo y el darwinismo; sobre todo, me ha proporcionado una base bastante sólida para afirmar que el darwinismo moderno está muerto, y que sólo puede volver a la vida rescatando la doctrina original, en el sentido de fusionarla con el lamarckismo. Por lo que toca al concepto de selección natural, cuánto más se esfuercen los biólogos en mantenerlo como si fuera una joya valiosa tanto más se estarán exhibiendo como científicos torpes e incapaces de entender como es que el progreso de la ciencia desmiente constantemente su retórica, elegante y ampulosa pero siempre vacía. Para evitar confusiones, en este libro no hablo de los genes CRISPR, ni de cómo el lamarckismo se ha transformado en un vigoroso programa de investigación. Por desgracia, las controversias sobre la validez del darwinismo son temas muy extensos, y en esta ocasión sólo he tocado la parte histórica que corresponde a Kammerer incluyendo, además, las investigaciones modernas sobre los temas relacionados con sus experimentos. Aún así, creo que los interesados en estas controversias encontrarán en mi libro, y en las lecturas abajo sugeridas, material suficiente para enriquecer su conocimiento sobre los avances que ha logrado la doctrina evolutiva moderna. Aquí dejo los enlaces a mi libro y a otras páginas de internet que ofrecen un variado abanico de opiniones sobre estos asuntos.

Salvador Nuñez
Realidad y ficción en Paul Kammerer

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