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Foto del escritorSalvador Nuñez

El Darwinismo es un Tesoro, Pero...

El darwinismo es un tesoro, pero sus herederos lo convirtieron en un monstruoso fraude, hecho con una montaña de verborrea, carente de profundidad y de fundamentos científicos. La doctrina original era valiosa y tenía futuro en la ciencia, pero ese futuro fue aniquilado por aquellos que se ostentan como sus más fieles paladines. Darwin cometió algunos errores, lo cual es natural en los pioneros de la ciencia; pero estos errores fueron agigantados por sus discípulos hasta convertir al darwinismo en una risible caricatura de la doctrina original. Por ello, me atrevo a decir que el darwinismo, en su versión groseramente mutilada, está muerto; y pretender lo contrario sólo conduce a convertirlo en un fraude científico.


El darwinismo es un tesoro


Yo puedo afirmar, limpiamente y con buenos argumentos, que el darwinismo moderno es un fantasma ó un cadáver ambulante.

Sus paladines afirman que el darwinismo triunfó como revolución, pero son incapaces de ver que fracasó  como paradigma, esto es, fracasó como programa de investigación. Para verlo como una doctrina valiosa y científicamente productiva es necesario volver al esquema original, pero despojado del elemento que estorba su progreso. En concreto, el darwinismo debe abandonar el fraudulento concepto de selección natural, y en su lugar debe fusionarse con el Lamarckismo, como ya lo había sugerido el propio Darwin.


El darwinismo es un tesoro

Entiendo perfectamente que estos argumentos han sido materia de una larga controversia que, según la trasnochada versión de la ciencia oficial, había sido resuelta desde hace largas décadas. Pero los descubrimientos hechos en biología y genética en los últimos 50 años han puesto en terrible aprieto a la ciencia oficial, y el rechazo del lamarckismo (que había sido promovido por casi todos los biólogos de prestigio durante más de un siglo) se antoja cada día más insostenible. Por contraste, los detractores de la selección natural tienen ahora poderosos argumentos para confirmar lo que ya se sospechaba desde el momento mismo en que Darwin publicó EL ORIGEN DE LAS ESPECIES. Porque ya desde entonces la selección natural era vista como un concepto tramposo y escurridizo, un concepto que no podía encajar en las estrictas reglas de la ciencia.





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