El Lamarckismo moderno, corregido y mejorado, no implica fuerzas ó eventos sobrenaturales; por tanto, no hace referencia a una inteligencia en el sentido ordinario, sino que habla de una inteligencia simulada. Una inteligencia que trabaja con cierto grado de torpeza, pero que frecuentemente produce resultados que parecen haber sido planificados con exquisita sabiduría.
Si el lector pregunta como esta tesis, tan extraña y exótica para el sentido común, puede entrar al reino de la ciencia, le diré que no es tan insensata como parece a la primera impresión. De hecho, ya forma parte de la ciencia moderna, y la conocemos como la teoría del caos. En efecto, la teoría del caos propone que el Universo evoluciona de forma “inteligente” produciendo átomos, moléculas, planetas, estrellas, galaxias, constelaciones, y finalmente vida, la cuál incluye las formas más altas del pensamiento. Y todo esto ocurre de forma caótica, pero también creativa, con el Poder necesario para crear formas más complejas, sin olvidar las alternativas a la diversificación paralela y a la degradación. Para decirlo sin rodeos, la teoria del caos propone que la creatividad es producida del modo más corriente posible, esto es, mediante la espontánea agrupación de elementos simples. Y aquí la palabra elemento es aplicable a cualquier cosa que tenga características propias, desde átomos y moléculas hasta galaxias y constelaciones, pasando por hormigas, elefantes, y todo lo que podamos identificar por su individualidad.
Esta agrupación de elementos simples se comporta de un modo que ha sido bautizado como principio de autoorganización ó “inteligencia de enjambre”, la cuál es bastante común en la naturaleza, pero se suele ejemplificar con el vuelo de los pájaros, cuando se reúnen en bandadas de miles de individuos. Con frecuencia, esos eventos se tornan caóticos e impredecibles, pero curiosamente las aves no colisionan entre sí. En síntesis, el lamarckismo no habla de una evolución milagrosa, sino de una evolución producida por mutaciones orquestadas, mutaciones que requieren la participación conjunta y organizada de varias moléculas, un proceso que empieza con las proteínas pero termina ejecutando cambios en el ADN. Los biólogos convencionales son incapaces de entender el lamarckismo precisamente porque tampoco han sabido entender la teoría del caos (aplicada específicamente a los cambios en el ADN, tanto los que producen beneficios tangibles, como los que producen la diversificación de las especies, y las enfermedades genéticas). La verdad monda y lironda es que los darwinistas están desconectados de la realidad, porque nada en el mundo funciona como lo establece su modelo explicativo.
Abajo tenemos imágenes del caótico vuelo de los pájaros, donde curiosamente nunca chocan entre sí. Podemos decir limpiamente que estos miles de individuos se comportan exhibiendo una conciencia colectiva, mostrando una perfecta coordinación en cada una de sus acrobacias. Ahora, llevando esa idea al comportamiento de las moléculas catalíticas podemos imaginar que los cambios en el ADN ocurren como eventos maravillosamente coordinados, ejecutados con asombrosa perfección, lo cuál no elimina al azar del proceso. Ciertamente, el azar tiene una importante participación en estos procesos, pero su papel queda subordinado al contexto celular y a los procesos metabólicos que tienen lugar en los extraordinarios casos en que las células enfrentan situaciones de crisis ó de confusión y anarquía en las funciones vitales. Y esta idea no procede de una delirante imaginación, sino que la imaginación trabaja basándose firmemente en las investigaciones más avanzadas.
Los ejemplos más claros de estas mutaciones orquestadas los tenemos en los cambios producidos en el ADN por los genes CRISPR (más bien, por las proteínas especificadas por los genes CRISPR). Estos genes son corrientemente utilizados por los expertos en ingeniería genética para modificar las características de los organismos, y son excelentes ejemplos de las mutaciones orquestadas, las cuáles no tienen cabida en el defectuoso darwinismo que es promovido por los biólogos actuales. De tal suerte que los biólogos tendrán que aceptar, contra su voluntad y tragándose su orgullo, que sólo queda integrarlos en el esquema lamarckista. De lo contrario, seguirán mostrando que pueden hacer ciencia de excelente calidad como el burro que tocó la flauta, es decir, sin saber lo que están haciendo. Es difícil entender como pueden hablar, sin freno y sin pudor, de mutaciones azarosas y sin causa, cuando corrientemente trabajan produciendo mutaciones orquestadas. A la derecha tenemos un dibujo que representa el modo en que trabajan las proteínas CRISPR, destacando la enzima llamada Cas9, mediante un sistema de cortar una secuencia específica del ADN para luego proceder a insertarla en otro lugar.
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